Migajas de fiesta.
Siempre me apegue a la idea de la "indicada". Talvez un nombre usado en vano si me pongo a pensar en mis actos indecorosos o pensamientos inmorales. Detrás de cada chica que veía a pasar por la plaza, siempre tejía la fantasiosa idea de congeniar con una de ellas y llegar a algo bonito, una inclinación alimentada por las numerosas películas de amor que disfruto ver cada domingo por la noche. Qué puedo decir, tengo una debilidad por las películas. Después de visualizar en los colegios que irían nuestros hijos y la carga hipotecaria, me retiro y me voy a dar una función a mi cuerpo, caminar y caminar sin parar, me sumergo en canciones pop-rock. Aunque voces se entrometian: Hey tarado, por qué no le hablaste, maldito Marica, déjate de cobardia y háblale. La cual intento esquivar con los sonidos inmensos de los auriculares. Siempre sostuve la creencia de que todo mejora con música; cada lugar desfavorecido revela una perspectiva admirable, y con la música, todo se tiñe de color...